viernes, 27 de mayo de 2022

El CHAKUGAN o ME NO TSUKEKATA

La mirada es fundamental también entrenarla en relación a los combates. La mirada dice todo, si hay miedo, risa o enojo se puede ver por la mirada en las facciones de la cara. Por consecuencia es un indicador del estado de ánimo del contrincante y nos lleva su estado psicológico.


De principio el practicante de kumite no debe tener su perspectiva visual en un solo punto de enfoque en especial manos o pies, se debe evitar hacer esto porque si no su empeño se compromete con trastorno del propio cuerpo, ya que la concentración no es la adecuada.

Lo que se recomienda es que la perspectiva visual debe ir más allá del adversario, en su totalidad. Es ver todo sin mirar nada. Se recomienda que durante la mirada, sea semicerrar los ojos, así desconcentramos brevemente al contrincante y el no se percata de que acciones podemos hacer. Así sus movimientos se reducen.

En esta situación la mirada es periférica sin centrarse en una parte determinada del adversario, pero abarcando todo él, desde la cabeza a los pies. La distancia entre dos contrarios constituye uno de los temas más delicados a la hora de plantear un ataque, pues de ella dependen las técnicas a ejecutar, su efectividad y las posibilidades de defensa y respuesta. Asimismo cada combatiente tiene su distancia propia, de conformidad con la constitución psicofísica y del sistema de entrenamiento seguido que condiciona la utilización de determinadas técnicas.

El semicerrar los ojos le permite mejor enfoque y evita que con ojos más abiertos pueda percibir otras acciones que llevarían a una pérdida de la concentración. Aquí también hay que mencionar el efecto psicológico. En cuanto un alumno se enfrenta con uno de mayor rango se siente con menor eficacia en sus técnicas y de forma simultanea sus ataques son detenidos con eficacia por los de mayor rango debido a su forma de tener control en los ojos.

Pero en esencia lo prioritario es hacer entrar al adversario dentro de la distancia que nos es favorable constituye una de las fases primordiales de la estrategia del combate y a ella deberían ir destinadas nuestras fintas, esquivas y desplazamientos, provocando roturas de ritmo o errores de posición que nos procuren la ventaja necesaria. Las técnicas ofensivas de brazos y de piernas utilizan distancias y tiempos diferentes para alcanzar idénticos objetivos, también existen sensibles diferencias, en la ejecución de una misma técnica según se realice por el lado derecho o izquierdo. Esto demuestra que el dominio de la distancia (maai) presenta serias dificultades, incluso para los practicantes más adelantados.

La mente, dirigida a la estrategia y a la táctica durante un combate, permitirá quizá tener éxito y triunfar, pero no permitirá encontrar aquellos estados superiores del ser que diferencian a un combatiente de un deportista.

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